lunes, 26 de septiembre de 2011

El escondite. Homenaje al Senhor Sol y a su Luz.

“Lo primero que llama la atención es la luz. Todo está inundado de luz. De claridad. De sol. […] todos nosotros resplandecemos bajo el sol”.
Con estas palabras empieza Ryszard Kapuscinski su obra Ébano, en la que hace un encantador repaso a sus aventuras en África.

Y no puedo estar más de acuerdo con él. La luz es omnipresente. La luz te golpea en la cara cuando sales a su encuentro. La luz te guía y te ciega, ilumina todo y no te deja ver nada. La luz viene de arriba, pero también por los lados, de frente y de abajo. La luz no descansa, pues ni de noche se ausenta gracias a los rayos que el sol envía y que su amiga la luna refleja suavemente sobre la oscuridad nocturna. La luz pinta el cielo de amarillo multiplicando la inmensidad del sol.

El sol africano es potente. Pesado y espeso cae sobre las calles, las cabezas y los hombros, y ralentiza los pasos y el tiempo. La peculiar parsimonia que caracteriza a los africanos mucho tiene que ver con el calor que se respira. Con el calor que te seca por dentro y te empapa por fuera. Con el calor que te duerme de día y no te deja dormir de noche.

Hace unos días, a media tarde, me percaté al salir a la calle de algo que se me había escapado hasta el momento. Llamó mi atención levantando los brazos un sonriente y concentrado chiquillo agazapado en un rincón. Me hacía gestos indicándome que rápido abandonara mi posición, y me señalaba una preciosa y fresca sombra regalada por una hilera de árboles. Sin dudarlo me dirigí hacia allí, donde más gente supuestamente descansaba, pero en realidad permanecían extrañamente atentos a lo que pasaba alrededor con una sonrisa tímida y casi nerviosa. Me hicieron un hueco y me invitaron a sentarme con ellos. Accedí profundamente extrañado para intentar averiguar qué pasaba. “Un ratito más y habremos vuelto a ganarle”, susurró una ilusionada y entrañable anciana sentada a mi lado. Entonces miré a mi alrededor y vi por fin lo que ocurría: estábamos jugando al escondite con el sol. Él “panda” y los pícaros ciudadanos se esconden. Vi a la gente aprovechar cualquier sombra para aguardar de pie, sentarse o hasta despatarrarse y dormir. Un árbol, un carro, un muro, un coche aparcado, una valla publicitaria… todo lo que proyecta una sombra es aprovechado. Hasta aquel día no comprendía bien qué hacían allí, pero ahora estaba todo claro. Los que no pueden permanecer en el sitio saltan de sombra en sombra sin prisa pero sin pausa, siempre ocultándose lo más posible con gorros, sombreros, turbantes o pañuelos, o ayudándose de las cajas o sacos que portan sobre sus cabezas.

Me di cuenta así de que el pobre sol está solo, de que nunca ve a nadie, ni siquiera desde su posición privilegiada presidiendo la ciudad desde lo alto. Nunca ve a sus compañeros de juego, nunca ve a los ciudadanos que habitan bajo él, quienes inteligentemente regatean sus poderosos rayos.

Minutos más tarde el sol se rindió y se retiró. La gente abandonó sus escondrijos, se felicitó y celebró un nuevo triunfo. Nadie había sido visto, le habían ganado la batalla una vez más.

Mis vecinos zinderinos se pasearon entonces tranquilamente por las calles y mercados de la ciudad. Había que aprovechar el receso que el astro rey estaba permitiendo. Había que aprovecharlo porque sabido era que en unas horas volvería fuerte y poderoso.

Volvería el Senhor Sol para que resplandeciéramos bajo él, para inundarlo todo de claridad. De luz.
Aquella misma luz maravillosa que tanto llamó la atención de la querida Marhuer y el querido Kapuscinski. Va por ellos.

4 comentarios:

  1. Cada entrada es mejor que la anterior. Parecen capítulos de House(cuando House molaba...)

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  2. Quiero decirte que esta entrada debería estar ya aquí pero mi móvil decidió no ponerla. Aclarado esto:

    ES GENIAL FEDERICO!!!!Me encanta tu forma de escribir!!!Te voy a presentar a un concurso de relatos....esto merece ser leído por el mundo. En mi casa tienes 3 fans!!
    Es una historia preciosa!!Queremos más!!

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  3. Fede Kapuscinski dijo... a Iván hace más de una semana (maldito blog mío que no me deja comentar...)

    Jejeje... Gracias!!!
    Obviaré el comentario ofensivo hacia mi amigo el doctor House.
    (Por cierto, creo que estás demasiado enganchado a las series...)
    Abrazo y Gracias!!

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  4. Fede Kapuscinski dijo...

    Lucía! Me encanta que te encante! Pues la verdad es que estoy muy contento con cómo ha quedado esta historieta. Algún día lo presentaremos a concurso. :D
    Saludos a los fans jeje.

    Iván, querías decir con ese comentario que la primera entrada es una puta mierda?? (jejeje, es broma es broma!)

    Muchas gracias! con vuestras palabras me habéis emocionado. Esto me anima a escribir más, con lo que me cuesta a veces!!

    Besos!!

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