jueves, 11 de agosto de 2011

Perdone pero se le ha caído un animal en mi plato… ipor dios!

Concretamente la pata de un pollo.

Pero no podía decir eso. Aquí no es tan fácil ser vegetariano. Tras cuatro años y cinco meses volví a comer carne. Me lo tomé con filosofía, pensé en otra cosa, y no pasó nada. De hecho no fue la única vez, ya que no siempre puedo evitar pequeños trozos de cordero, cerdo, atún… en las salsas que no puedo rechazar y tan amablemente me sirven.

El pollo me fue servido por una sonriente niña en la comilona que se hizo en la misión católica un domingo tras la misa para dar clausura al campamento católico que allí se había celebrado durante la semana, y que había tenido entre otras muchas actividades ir a misa y limpiar el amplio patio del recinto de la misión. Lo que todo niño libre quiere hacer en sus vacaciones.

Vale, vale… no quiero ponerme criticón. Si aquí me tratan estupendamente. Los Padres Blancos me acogen y me tratan como a uno más, les doy ese toque blanco que ellos en realidad no tienen. Comparto mesa a diario con los simpáticos y encantadores Leo y Gratien, indio y congolés respectivamente, y con los muchos visitantes llegados de Niamey, Mali, Burkina-Faso o Togo y que pasan y paran por aquí. Bendecimos la mesa por los siglos de los siglos antes y después de cada comida, pidiendo dar alimento a aquellos que no lo tienen a un dios que parece no escuchar.

Me resulta extraño a veces que me caigan tan bien los padres, siendo tan cerrados, retrógrados, machistas y homófobos. Pero se puede discutir con ellos, lo hacemos mucho, y resulta interesante, aunque no siempre vea con buenos ojos las risas que provoca la simple mención de palabras como eutanasia, aborto, homosexual, Darwin o divorcio. Simplemente debo aceptar la diferencia de contexto. Ellos tampoco verán muy normales las extrañas y alocadas opiniones de ese a quien han dado en llamar l’homme libre.

Por curiosidad, cortesía y tiempo libre me acerqué alguna vez a misa. A pesar de ser en su mayoría un discurso de alguien que está físicamente por encima de los demás, quienes obedientemente repiten, asienten, bajan la cabeza o se arrodillan al ritmo marcado, estas misas resultan más agradables que las que recuerdo en España. Y es que tiene momentos reservados a la alegría y a la música. Los feligreses, y sobre todo las feligresas, cantan, dan palmas y se mueven cual Whoopi Goldberg en Sister Act al ritmo de los yembés, batería, órganos, trompetas y coro. Esto parece gustar más a la gente que las historias de Jesús, y la humilde iglesia cobra vida. ¡Esto sí es alegría, esto sí es amor!

Resulta curioso también que durante la misa católica se escuche repetidamente llegando desde la calle ese famoso Allahu Akbar (Alá es grande) que llama a la oración cinco veces al día a la mayor parte de la población. Y es que aquí el colonialismo musulmán ha ganado la batalla al colonialismo cristiano, y son inmensa mayoría ellos que pueden tener hasta cuatro mujeres y ellas que no siempre tienen permitido el acceso a las mezquitas.


Aparentemente ambas religiones conviven en armonía en Zínder, aunque he sabido de ciertas excepciones. La antigua entrada principal de la iglesia de la misión católica da a una ancha avenida del centro de la ciudad, y ha dejado de ser entrada porque está totalmente tapiada. Por lo visto cierto sector radical de la población musulmana tenía por costumbre dejar animales muertos o defecar en la puerta, o tirar piedras dentro de la iglesia durante la misa. Y supongo que se atreverían a hacerlo en nombre de Alá o Mahoma. Creo que la posición privilegiada de la iglesia, encabezando la gran avenida del centro de la ciudad, y la cruz que preside el edificio no convencen a todo el mundo.

Por mi parte, yo me mantendré al margen y, con permiso de San Benito, no oraré pero sí laboraré, pues mucho queda por hacer en estos mundos de dios.

Que así sea.


miércoles, 3 de agosto de 2011

Fede Kapuscinski informa


 
Ni la televisión ni los periódicos locales han hablado del tema, pero, por lo que se dice, he podido enterarme un poco de lo que pasó, siendo esta información no contrastada.
Pongámonos en situación. El ex presidente zinderino, Mamadou Tandja, muy querido en su ciudad, llegó al poder en 1999. Por lo visto hizo cosas buenas por su país, pero estaba demasiado agarrado al poder. Prueba de ello es la modificación de la Constitución que pretendía hacer para mantenerse más de dos legislaturas en la presidencia. Para su aprobación Tandja disolvió el Parlamento y destituyó a los miembros del Tribunal Constitucional, quienes se negaban a dicho cambio.
Pero esto le costó el puesto debido al ordenado golpe de estado que los militares llevaron a cabo en febrero de 2010. Los militares dirigieron el país durante un año hasta que convocaron elecciones para devolver el poder a la población civil. Todo fue muy correcto y transparente. El actual presidente, Mahamadou Issoufou, resultó elegido el pasado marzo, tras un ejemplar proceso de transición.
¿O quizás no tanto?
Aquí empiezan los problemas. Según he podido saber, los militares hicieron desaparecer buena parte del dinero del estado en ese año de transición, y Mahamadou Issoufou lo descubrió y quiso sacarlo a la luz. Esto es lo que está haciendo ahora mismo que su puesto y su vida corran peligro. Los militares pretenden ocultar esto retomando el poder que amablemente cedieron hace unos meses, aunque esto cueste el cuello del presidente.
Los arrestos ya han empezado. Esperemos que todo quede en el intento, que siga el proceso democrático iniciado hace unos meses y, sobre todo, que aparezca el dinero de todos los nigerinos.
Seguiremos informando.